viernes, 24 de noviembre de 2017

La inseguridad ciudadana en RD: ¿Mito o realidad?

Por Carolina Ramírez-Herrera
Especialista en Seguridad



“El primer paso para resolver un problema es conocerlo”, como bien reza una de las frases célebres del excombatiente de la Segunda Guerra Mundial y orador motivacional estadounidense, Zig Ziglar. A propósito de esta expresión, el informe “Seguridad Ciudadana en RD” publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas, establece que 74 de cada 100 personas, consideran delincuencia común como el principal problema que afecta a los habitantes de la República Dominicana, superando incluso preocupaciones tradicionalmente prioritarias como el desempleo, la corrupción y el alto costo de la vida.



Queda claro que el 74.6 % de la población reconoce que hay un problema que atender y procurar su solución. Las autoridades también encaminan acciones al respecto, en aras de garantizar el bienestar integral de las personas, en todo el territorio nacional. Desde hace más de una década se vienen diseñando e implementando (aunque parcialmente) planes y programas, a veces integrales, otras veces focalizados y muy puntuales, para atender la problemática. En tal sentido, cabe inferir que el hecho de que como dominicanos, no hayamos logrado los resultados deseados en cuanto al tema de seguridad de las personas, no se debe a una falta de interés del gobierno en solucionar el problema y mucho menos a la apatía de la sociedad ante esta preocupante situación.

Parte de la reflexión sobre este tema debe conducirnos a revisar en cuáles aspectos hemos fallado de forma reiterada, tanto como sociedad y como gobierno; cuáles factores han incidido para que, en vez de mejorar en el tema de seguridad, una década después, nos hayamos convertido en una sociedad cada vez más violenta, en la cual el 74.6 % de los habitantes considera que no tiene garantizado el derecho a la libertad, seguridad e integridad personal que consagra nuestra Carta Magna, en sus artículos 40 y 42.
Sin duda alguna, entre los tantos errores que hemos cometido para atender esta problemática, uno de los principales ha sido el “dar por conocido y entendido el concepto «seguridad ciudadana»”.

En la República Dominicana es muy usual que periodistas, comunicadores, funcionarios, empresarios y hasta el más común de los ciudadanos se refieran constantemente, de una u otra forma, al “problema de la seguridad ciudadana”, sin embargo, ante la simple pregunta: ¿A qué te refieres, cuando dices «seguridad ciudadana»? recibiremos una cantidad inestimable de opiniones, parcialmente atinadas, pero en la mayoría de los casos disimiles y contradictorias entre sí.


Esto debido a que como sociedad, hemos caminado tan apresurados en resolver el problema de la seguridad ciudadana, que no hemos querido “perder tiempo” tratando de comprender de forma simple, llana y puntual el significado y alcance del concepto seguridad ciudadana. En ese derrotero no solo le agregamos atributos y elementos que no son competencias de la seguridad ciudadana, sino que peor aún, llegamos a utilizar como si fueran sinónimos los términos «seguridad ciudadana» e «inseguridad ciudadana».

Por lo que es momento de hacer un alto en el camino y detenernos a reflexionar sobre aquellos elementos básicos que nos ayuden, primero, a aproximarnos a una comprensión conceptual de la «seguridad ciudadana», y luego, a tratar de identificar los factores que afectan de forma negativa la posibilidad de disfrutar de ciudades seguras para bienestar y sosiego de todos sus habitantes. Solo así podremos encaminarnos finalmente hacia la construcción de soluciones que atiendan de forma integral el desafío de garantizar la seguridad de las personas.

Propongo empezar por convencernos de que la «seguridad» en sí misma es algo abstracto pero a su vez multidimensional, porque puede aplicarse a cualquier actividad que involucre al ser humano, sin embargo no puede tocarse, es intangible. Ha sido definida como el sentimiento de protección frente a carencias y peligros que afecten negativamente la calidad de vida. También puede considerarse como “segura” aquella situación donde están controlados los factores adversos que pudiesen afectar el desarrollo natural de algo.

No es lo mismo seguridad ciudadana que seguridad pública; esta última engloba al conjunto de acciones gubernamentales y sociales que son encaminadas por el gobierno para incidir positivamente en las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que favorecen el bienestar de las personas. Por lo tanto, toda política social, cultural, económica, educacional, laboral o de seguridad ciudadana, puede considerarse como parte de una política de seguridad pública, pero no toda política de seguridad pública es de seguridad ciudadana.

Resulta muy oportuna la definición del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicada en su informe 2013-2014 denominado “Seguridad Ciudadana con Rostro Humano” en el cual se percibe la «seguridad ciudadana» como aquella situación institucional y social en la cual las personas pueden gozar y ejercer integralmente sus libertades y derechos. Pero ésta solo puede darse a partir de la plena vigencia de un Estado Democrático de Derecho, para garantizar el desarrollo integral de las personas, mediante la preservación de su integridad física y la de sus bienes y propiedades. Contando además, con un sistema de justicia lo suficientemente robusto y eficiente para prevenir y perseguir el crimen y el delito, a fin de restablecer el derecho a la seguridad ciudadana que en algún momento pudiese resultar vulnerado.

Luego de esta breve revisión conceptual de la «seguridad ciudadana» es momento de aclarar sobre el uso inadecuado del término «inseguridad ciudadana» puesto que como explicaremos en las líneas siguientes, “la inseguridad ciudadana no existe”, resulta más apropiado referirse a este flagelo como “falta de seguridad”. De hecho hasta en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) se define a la «inseguridad» como la «falta de seguridad».

Al igual que la sombra, que solo aparece y permanece ante la ausencia de luz, la sensación de inseguridad surge ante la percepción de falta de seguridad. Por lo que en la medida en que los mecanismos de protección de un lugar resultan suficientes para garantizar la integridad y bienestar de las personas, se reducen proporcionalmente los sentimientos de inseguridad e incertidumbre.


Como parte de ese ejercicio colectivo hacia la construcción de una sociedad dominicana menos violenta y más segura para todos, empecemos por descartar de nuestro vocabulario el uso de expresiones que incluyan el término «inseguridad ciudadana» y comencemos a requerir de nuestras autoridades nacionales y locales, el cumplimiento del mandato constitucional de procurar nuestra seguridad e integridad personal.

Pero no debemos quedarnos como simples receptores pacíficos de los que solo piden al gobierno que les “resuelva” sus problemas. Ya es tiempo de todos los dominicanos comencemos a cumplir la ley en nuestro diario accionar y que además, nos involucremos como ciudadanos responsables, en la implementación de eso planes y acciones integrales de seguridad ciudadana coordinados por el gobierno; eso sí, asegurándonos de que, por un lado atiendan las causas estructurales que generan la falta de seguridad ciudadana y que por el otro, se eficientice todo el sistema de protección de la integridad y el bienestar de las personas, tal como lo instruye el Objetivo 1.2 de la Estrategia Nacional de Desarrollo, en procura del imperio de la ley, la ciudadanía responsable, la seguridad ciudadana y la convivencia pacífica de los que habitamos en este extraordinario pedazo de isla, coloquialmente denominada “Quisqueya la bella”.

Todos (sociedad y gobierno) debemos accionar para que la seguridad ciudadana y la reducción de la violencia en República Dominicana dejen de ser una aspiración casi inalcanzable y comiencen a convertirse en una maravillosa realidad, palpable y disfrutable.