domingo, 28 de agosto de 2011

Las puertas no se abren por accidentes

Cuando se abre una puerta  en nuestras vidas es porque ya  Dios sabe que podemos cumplir su propósito. Cuando él te abra una puerta no vaciles en entrar. 

Eso por lo que siempre esperaste, hoy lo tienes ante tus ojos.
Allí está esa puerta abierta de par en par. La ves y no lo crees…!!! ¿Verdad que no la esperabas?

Así es Dios…!!! Él es especialista en sorprender en el momento propicio, con cosas que jamás creíamos que llegarían a tocar la puerta de nuestra vida.

Si Dios te ha abierto esta gran oportunidad, es para que la aproveches al máximo, no para que la desperdicies; para que pongas todo tu empeño ante cada reto que se te presente, para que tengas siempre tu mirada puesta en la meta, aunque en el camino se te presenten diversos obstáculos.

Ten presente que no han sido las personas en sí, o las influencias diversas las que te han favorecido de esta manera.

NO…!!! Ha sido el poder soberano de Dios que se encargó de enlazar y sincronizar los acontecimientos para que así sucediera. Es Dios quien lo ha gobernado todo con sabiduría a tu favor.

Así que no tengas miedo de emprender lo que Dios ha puesto en tu corazón. Él mismo se compromete contigo en sostenerte para que no te deslices en el camino. Él también ha prometido respaldarte para que los demás puedan ser testigos de lo que El es capaz de hacer.

Él mismo se compromete contigo en conducirte por esas sendas peligrosas, áridas, empinadas y desérticas. Él sabrá por donde llevarte.

Él te ha prometido proveer todas tus necesidades. Él sabe que cosas vas a necesitar y por lo tanto se valdrá de cualquier medio natural o circunstancial para hacerlo.

Dios nunca abre puertas a nadie a menos que Él está consciente que esa persona ya ha sido preparada para entrar por esas puertas. Acepta el hecho de que Dios es quien abre y ninguno cierra y él es quien cierra y ninguno abre.

Cuando sobre él establecí límites, puse puertas y cerrojos. Job 38:10.
Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos. Salmos 78:23.
Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.   Apocalipsis 3: 7, 8.